Las patentes son un mecanismo fundamental para fomentar el desarrollo económico y tecnológico, ya que
ofrecen una motivación financiera a los inventores a cambio de la divulgación de sus invenciones al público.
Este sistema de patentes ha sido ampliamente reconocido por su capacidad de promover la competencia y el
progreso tecnológico (Casanova, 2019).
Registrar una patente de invención es crucial para proteger los derechos de propiedad intelectual del inventor,
otorgándole exclusividad en la explotación comercial de su innovación durante un periodo determinado. Esta
protección legal fomenta la inversión en investigación y desarrollo, asegurando que los inventores puedan
obtener un retorno económico por su trabajo y, por ende, incentivando la creación de nuevas tecnologías (OMPI,
2020). Además, las patentes actúan como indicadores de innovación tecnológica, permitiendo a las instituciones
académicas y empresas evaluar el progreso y las tendencias en su campo de estudio (Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico [OCDE], 2015).
El análisis de las tendencias en las solicitudes de patentes puede ser un indicador valioso del desarrollo
tecnológico en diferentes sectores y países. La OMPI (2023) reporta que en 2022 se presentaron más de 6,2
millones de solicitudes de patentes a nivel mundial, lo que refleja un interés creciente en la protección de la
propiedad intelectual y el desarrollo de nuevas tecnologías.
Dicho análisis de las tendencias en protección de desarrollos tecnológicos en el ámbito del Internet de las Cosas
(IoT) aplicados a la agricultura revela que China es el líder indiscutible en esta área. Según Mejía et al. (2020),
China ha registrado 911 familias de patentes publicadas, lo que representa más del 89,3% de la muestra de la
base de datos analizada. Este dato destaca la significativa diferencia en comparación con otros países destacados
en la promoción del desarrollo tecnológico, como Corea del Sur y Estados Unidos. La predominancia de China
en este sector subraya su compromiso con la innovación y la protección de avances tecnológicos, lo que plantea
interesantes desafíos y oportunidades para la transformación digital en la agricultura a nivel global.
Estudios como el de la OCDE (2022) demuestran que existe una correlación positiva entre la protección de la
propiedad intelectual mediante patentes y el crecimiento económico. Los países con sistemas de patentes más
sólidos tienden a tener un mayor crecimiento del PIB y una mayor productividad.
Sin embargo, las patentes de invención enfrentan varios desafíos durante su tramitación y solicitud. Uno de los
principales desafíos es la complejidad de las búsquedas de patentes, ya que requiere analizar citas y referencias
de patentes para comprender el estado de la técnica y evaluar la patentabilidad de una invención. Además, las
solicitudes de patentes pueden ser un proceso largo y costoso, lo que puede provocar retrasos en la protección
de la invención. La falta de claridad en la descripción de la invención y la evaluación de la novedad, el nivel de
la invención y la aplicación industrial también son desafíos importantes (FasterCapital, 2024).
El derecho de la patente tiene una duración limitada y es válida durante 20 años a partir de la presentación de
la solicitud. Sin embargo, se requiere una tasa anual para mantener su validez. Cuando expira el plazo de la
patente, también expirará el derecho exclusivo de uso. En este punto, la invención pasa a ser de dominio público,
lo que significa que cualquiera puede utilizarla sin necesidad de licencia ni pagar regalías (Ley 1630, 2000).
Según el informe anual presentado por la DINAPI (2022), entre 2019 y 2022 se recibió un total de 1.463
solicitudes de patentes, observándose un aumento constante en el número de solicitudes, alcanzando un pico
de 384 en 2022. En cuanto al origen, la mayoría de las solicitudes fueron de origen extranjero (1.395), mientras
que las nacionales sumaron 68. Durante el mismo período se concedieron 121 patentes, la mayoría de las